Alumni UBO aportan con vocación social en programas del Hogar de Cristo
Anais Yáñez y Natalia Ocaña, tituladas de la primera generación de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Bernardo O’Higgins (UBO), hoy se desempeñan profesionalmente en el Hogar de Cristo, institución con la que forjaron un estrecho vínculo durante su proceso formativo. Ambas realizaron sus prácticas profesionales en distintos programas de la fundación y actualmente ejercen aportando con compromiso y vocación al trabajo con personas en situación de vulnerabilidad.
Para Anais, oriunda de la comuna rural de Pumanque, región de O’Higgins, su llegada a la capital no fue un cambio traumático, ya que desde pequeña tuvo que salir de su localidad para acceder a la educación. “Desde séptimo básico estudié en Santa Cruz, porque en mi zona solo hay escuela hasta sexto y pasa un bus al día”, comentó. A pesar de las dificultades iniciales, eligió estudiar en la UBO: “Mis padres me querían matar. Postulé a la UBO y en ese tiempo aún no tenía gratuidad, pero gracias a mis notas y a la PSU obtuve una beca. Desde el segundo año ya tuve gratuidad”.
Anais realizó cinco prácticas, tres de ellas en programas del Hogar de Cristo. “En Conchalí, en casas protegidas para personas con discapacidad mental; luego en el Programa de Apoyo Familiar en La Granja y, finalmente, volví a Conchalí para mi práctica profesional. Ahí viví un momento muy especial”, relató emocionada. Titulada en diciembre de 2024, actualmente trabaja en el programa de acogida para personas en situación de calle en Estación Central. “Es un mundo distinto, uno del que la sociedad no tiene idea. Ellos son los más pobres entre los pobres y muchas veces ni siquiera los ven”, reflexionó.
Por su parte, Natalia Ocaña, quien además es Técnico en Enfermería (TENS), trabajó por casi cuatro años en la UCI del Hospital San Borja Arriarán. “Donde las papas queman”, señaló con humor. Hoy ejerce como trabajadora social en tres programas del Hogar de Cristo en Estación Central, todos enfocados en el acompañamiento a personas con discapacidad mental. “Nuestra labor es permanente y cercana. El trabajo social aquí es muy humano, muy de terreno”, destacó.
“Siempre tuve clara mi vocación de ser un aporte para la comunidad. Cuando terminé mi carrera de técnica en enfermería, me dediqué solo al área de la salud, pero me sentía estancada. Decidí crecer profesionalmente. En todas las universidades en donde postulé, te pedían rendir la prueba de Historia para Trabajo Social excepto en la UBO. Además, revisé la malla y vi que se enfocaba mucho en temas como sujetos de derecho y leyes. Eso me gustó”, concluyó Ocaña.
Si bien Natalia y Anais están haciendo reemplazos de pre y post natal, ambas se enfocan en aprender lo que más puedan. Es por eso, que se han inscrito para ello en varios cursos de la Escuela de Formación que ofrece el hogar de Cristo.
Esta experiencia da cuenta del sello formativo de la institución, que promueve una formación profesional conectada con la realidad social y orientada a generar un impacto positivo en las comunidades más vulnerables. El testimonio de las alumni UBO refleja cómo la vocación, el compromiso y la formación académica se traducen en un trabajo significativo y transformador.
Fuente: Hogar de Cristo