Trayectorias migratorias y salud mental: Perspectivas de estudiantes interregionales en la Facultad de Ciencias Humanas de la UBO

Trayectorias migratorias y salud mental: Perspectivas de estudiantes interregionales en la Facultad de Ciencias Humanas de la UBO

En Chile, la migración se asocia a desplazamientos internacionales. Sin embargo, existen diversas formas de movilidad menos visibilizadas pero relevantes igualmente como: la migración interregional por motivos de estudios. En nuestro país según el Reporte SIES N°1 (2015), al año 2014 más de 150.000 estudiantes se vieron en la obligación de dejar sus regiones de origen al momento de ingresar a la educación superior hacia las zonas del país en las cuales existe una amplia oferta académica. Esto a simple vista se puede percibir como una oportunidad de crecimiento personal y profesional, pero conlleva un costo invisible: el deterioro de la salud mental.

Comprendiendo que la vida universitaria de por sí es un periodo de transformaciones identitarias, presiones académicas y decisiones trascendentales, cuando a este proceso se le suma el distanciamiento de las redes de apoyo, el proceso de adaptación a nuevos contextos sociales y académicos, emergen riesgos que no son considerados muchas veces como el deterioro de la salud mental. La presencia de ansiedad, depresión, sentimientos de soledad, dado que no solo se trata de mudarse a otra región sino también de reorganizar rutinas, vínculos y su estilo de vida.

Desde otra perspectiva, migrar abre oportunidades, permite acceder a instituciones con mayor prestigio, generar autonomía personal y conocer diversas culturas. Sin embargo junto con estas oportunidades surgen desafíos para las instituciones de educación superior. El diagnóstico Institucional en Salud Mental del Sistema de Educación Superior (2023) reveló que más de la mitad de las instituciones del país no presentan lineamientos claros en materia de salud mental, no disponen de protocolos para situaciones críticas como el abandono por motivos emocionales ni mucho menos para la ideación suicida.

Es evidente que la migración interregional no es una decisión voluntaria en su totalidad, sino más bien un reflejo de la desigualdad estructural: la centralización de la oferta educativa en la Región Metropolitana, Valparaíso o Biobío, provoca que jóvenes de zonas como Aysén o Magallanes deban migrar porque quedarse en su región significa resignar su proyecto académico, lo que en el fondo significa una violencia estructural que repercute en la salud mental de quienes la deben vivir.

Es por estos motivos que el Trabajo Social adquiere un rol fundamental, al posicionarse entre lo individual y lo estructural, comprendiendo que los problemas de salud mental no son solo síntomas clínicos, sino el resultado de desigualdades sociales y territoriales.

El acompañamiento psicosocial y la creación de redes son estrategias claves para garantizar que los estudiantes no se vean obligados a elegir entre estudiar o su bienestar emocional. Migrar para estudiar nos abre puertas pero no debería cerrarlas dentro de lo más fundamental: la salud mental.

Por: Ayleen Malleda Guerrero

Estudiante de Trabajo Social

Universidad Bernardo O’Higgins

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